Acaba de cerrar la 24 reunión de líderes de
APEC, les invoco a leer la declaración de Lima 2016 y la comparen con la del
2008. Considero que el libre comercio es muy positivo, pero con la lectura de
las declaraciones se darán cuenta que el anhelo del acuerdo multilateral en el Asia
Pacífico no está próximo, y mientras corre el tiempo, el proteccionismo avanza
entre las principales economías integrantes. Este foro se ha convertido en una plataforma
de acuerdos bilaterales que, siendo favorables, no son su razón de ser. A mi
buen entender, el peso de las grandes economías, como es natural, desbalancean sus
fines; por esa razón debemos ganar más peso específico con la promoción de
inversiones, infraestructura, conectividad y reformas institucionales en un
contexto más cercano al nuestro. La experiencia de Chile y Colombia son un buen
referente. El APEC nos ofrece la oportunidad llegar a mercados importantes, y
como tal debemos aprovecharla; pero no considero que debamos asumir otros roles
que no son liderazgos, sino distractores poco concordantes con nuestros
intereses prioritarios como nación.
Apuntemos todos nuestros esfuerzos a las
reformas que necesitamos para mejorar la salud, la educación, la seguridad, la
justicia y el acceso a oportunidades. Unámonos para reducir a la mínima
expresión la corrupción y acabar con las brechas, ésa es la real manifestación
del desarrollo. Los peruanos merecemos compartir sin prejuicios una educación
pública de calidad, liderar la innovación en Latinoamérica ¿Es mucho pedir?
La economía peruana debe estar abierta al
mundo y en eso debemos generar consensos, el APEC y otros foros deben abordarse
en función de nuestros objetivos hacia el desarrollo. La frivolidad es una gran
seductora y debemos estar atentos para no caer en ella. El Perú para
encaminarse al desarrollo debe tener los ojos más allá de las alturas de nuestras
ricas montañas; pero manteniendo los pies en nuestras hermosas tierras. Estemos
atentos y trabajemos todos para que la declaración de APEC Perú 2016 no se
quede solo en un manifiesto de buenas intenciones, pues como ya sabemos, de
buenas intenciones está empedrado el camino al infierno.