Somos
testigos de los increíbles avances en ciencia, medicina y tecnología. Sin
embargo, este avance no alcanza de manera homogénea a la humanidad. La innovación
cobra protagonismo como el artífice del progreso. Para que los negocios generen
valor producto de la innovación, tienen que pasar por varias fases que no
marchan con la misma dinámica. La innovación disruptiva es tener una mirada
diferente, evolucionar continuamente lo existente. Mientras muchos se resisten
a adoptar nuevas formas de negocio, pensando en que los riesgos que esconde la
innovación son demasiado altos, otros creemos con firmeza que el único riesgo
es no innovar. No innovar no
quiere decir no hacer nada, sino hacer siempre lo mismo.
Las
personas, las sociedades cambian sus gustos, la forma como hacen las cosas, sus
costumbres. Esto hace necesario la innovación disruptiva, las empresas deben contar
con una estructura y un ambiente que potencien la innovación. La innovación no solo es necesaria, sino
inevitable.
Cuando
hablamos de innovación no hablamos de una persona, hablamos de equipos, de
gente dispuesta a abrir las puertas a esas nuevas ideas y de una cultura
organizacional. Podemos tener buenas ideas, pero es necesario transformarlas en
satisfacción. Se habla de innovación en las
empresas porque la innovación escasea. Nadie habla de aquello que abunda
naturalmente.
Las
consecuencias de no adaptarse al cambio están bien documentadas. Solo como una
muestra tenemos los casos de Atari, Kodak, Blockbuster y Nokia. Lo viejo
funcionó, y estuvo bien, pero ahora soplan nuevos vientos. Y como reza el
antiguo y tan vigente proverbio chino, “cuando
soplan vientos de cambio unos levantan muros y otros construyen molinos.”
En nuestro
país ver empresas que apuestan por la innovación nos sorprende. Aunque debería
ser lo esperable. Innovar, es cierto, implica correr riesgos; pero es más
riesgoso quedarse estancado en modelos desfasados. Innovar implica ingresar en
caminos poco transitados, sin señales ni mapas. Innovar es, además, saber
gestionar el riesgo, transformar lo desconocido en amigable.
Hablar de
innovación también es hablar de disrupción. Ejemplo de ello es Uber, que ha
revolucionado el transporte urbano; Airbnb, el alojamiento; Apple la música y
Tesla la automoción. Estos, por mencionar sólo algunos que han roto esquemas en
industrias enteras. Es en este nuevo mundo donde el grande ya no se come al pequeño,
sino que es el rápido el que se devora al lento.
El sector retail,
por ejemplo, está experimentando una transformación enorme, acelerada por las
cambiantes necesidades de los consumidores. Los centros comerciales son un
espejo de los valores y de los estilos de vida de la gente. A medida que estos
valores y estilos de vida van cambiando, los centros comerciales deben ir
cambiando a la par.